Sobre nosotros
En las montañas colombianas, en el pintoresco departamento del Cauca, enclavado entre los escarpados picos de la cordillera occidental de los Andes, se encuentra el lugar de nacimiento de estos excepcionales granos de café. A una altura de 1800 metros sobre el nivel del mar, el microclima de esta región proporciona las condiciones perfectas para cultivar café de calidad incomparable. Aquí, el rico suelo volcánico, las abundantes lluvias y el aire fresco de la montaña se combinan para crear un entorno ideal para el cultivo del café.
Los agricultores locales, profundamente conectados con su tierra y sus tradiciones transmitidas de generación en generación, cuidan meticulosamente las plantas de café durante todo el año. Con cuidado y experiencia perfeccionada durante décadas, cuidan cada cereza de café a la perfección, asegurando una madurez óptima antes de seleccionarlas a mano en el pico de sabor. Siguiendo técnicas centenarias, estas cerezas se procesan meticulosamente y muchos agricultores todavía emplean métodos tradicionales, como secar los granos al sol en canteros elevados o patios.
Pero no son sólo los elementos naturales y los métodos tradicionales los que hacen especial al café colombiano, sino también las personas que lo respaldan. Estos agricultores ponen todo su corazón y alma en su trabajo, enfrentando los desafíos del clima impredecible y los precios fluctuantes del mercado con resiliencia y determinación. Su compromiso con la sostenibilidad y las prácticas de comercio justo garantiza que cada frijol se obtenga de forma ética, lo que beneficia tanto a la tierra como a la comunidad.
Entonces, cuando saboree una taza de café colombiano, sepa que no solo está probando el resultado de una meticulosa artesanía y la belleza natural, sino que también está experimentando el rico tapiz de cultura, tradición y trabajo duro que define el cultivo del café colombiano. Cada sorbo es un tributo a la tierra, la gente y el legado centenario del cultivo del café en este encantador rincón del mundo.